–Un recuerdo que no huye del corazón, que no se esconde en el alma, sino que permanece en esos instantes que tienen el poder de perpetuarse en el tiempo. Un regalo del abuelo a su primera nieta–
Por Juan Rincón Vanegas – @juanrinconv
Una madrugada después de una presentación musical, el cantante Jorge Oñate llegó a su casa y su cuerpo entró en el natural descanso. Estando en esas, tuvo un sueño que lo hizo despertar. Su mente estaba en línea directa con su corazón trasmitiéndole unos versos y una melodía para dedicarla a un ser que alegraba su vida, su nieta, la que cariñosamente lo llamaba “Papa”.
Porque Shadia está muy grande
es que Shadia se creció,
ella es el amor de papá
que me la bendiga Dios.
Un verso sencillo que expresaba el más ferviente cariño del abuelo de corazón noble y quien sabía señalar el horizonte con amor y confianza. Shadia Oñate Villafañe, la hija de Jorge Luis y Kelly, le prodigó a su abuelo aquel amanecer feliz, y desde ese momento comenzó a armar el rompecabezas de versos, para que tuviera la contundencia necesaria, el sentimiento más grande y la melodía exacta para adaptarla al acordeón.
Jorge Oñate no hizo mucho esfuerzo porque días después lo dijo: “Shadia, es mi primera nieta. Ella es de mi alma y todos saben la adoración que le tengo. A Shadia, la quiero, como también a mis otros nietos, Madena y Jorge Samuel. Prácticamente, a Shadia la criamos Nancy y yo, por eso la adoración es muy grande y ella se comprende mucho con nosotros”. Con estas palabras de amor a sus nietos, la tarea fue fácil porque el corazón mandaba señales de alegría.
Quisiera ser como Escalona
pa’ hacerte una casa en el aire,
que no te visite nadie
solamente mi persona.
La canción tomó forma y Jorge Oñate iba pensando. “Rafael Escalona, le hizo su canción a Adaluz; Calixto Ochoa, al retoñito; Hernando Marín, a sus muchachitas; Diomedes Díaz, a su muchacho y, otros compositores más le hicieron a sus hijos. Yo también le he cantado a mis hijos: Delfina Inés, Jorge Daniel y Jorge Luis, entonces era preciso hacerlo con mi primera nieta en representación de todos”.
Se me ha ido Delfina Inés,
pero, me ha quedado Shadia,
y también Jorge Samuel
y Madena, son mi alma.
La inspiración lo acompañó y, poco a poco fue armando los versos que le dieran la fórmula precisa para homenajear a su nieta. Esa niña inquieta que adelantaba en aquel entonces el grado de preescolar y que en sus ratos libres también cantaba, queriendo emular a su abuelo.
Me lleno de sentimiento
cada día la veo más grande,
ya me estoy poniendo viejo
no tengo cuando olvidarte.
Cuando la canción había tomado forma, Jorge se la hizo conocer a su esposa Nancy y a sus hijos. Aquella vez, anotó: “Para mi familia fue algo de mucha alegría y sentimiento. Después la estrené en una presentación en Sahagún, Córdoba”.
El hombre que partió en dos la historia de la música vallenata y las canciones que interpretó suenan por todas partes, bajó su cabeza y como premio dejó correr por sus mejillas unas lágrimas. Esas lágrimas fueron la muestra del más fiel sentimiento que hizo posible que desde su garganta brotaran los más elocuentes versos, dedicados a un ser que Dios trajo al mundo para alegría de todos y que se había convertido en una noticia cantada.
…Y Shadia la escuchó
La nieta a quien le habían dedicado el canto estaba inocente. No sabía nada, hasta que su abuelo la llamó y se lo hizo escuchar. Ella, quien se sabía algunos de los cantos interpretados por su abuelo, no dudó en ponerse feliz y de inmediato le entregó el mejor regalo: un abrazo, un beso y una sonrisa que valen más que mil palabras.
Desde aquel momento, Shadia hizo suya la inspiración de su abuelo. De todas formas, era para ella y en voz alta repetía y repetía: “Porque Shadia está muy grande, es que Shadia se creció, ella es el amor de papa, que me la bendiga Dios”.
Cuando Jorge Oñate quiso contar esta historia, las palabras se le escondieron en la garganta y solamente después de pensarlo, comentó. “Shadia se la sabe, ya la canta. En sus ojos noto la alegría. No hay palabras para explicar su felicidad. Es el homenaje a mis nietos, que como digo, son mi continuidad. La canción queda como una proclama del amor inmenso que primero los padres tenemos para los hijos, y después, se prolonga con los nietos y bisnietos”.
En algún momento, Shadia se presentó, y sin pensarlo, Jorge su abuelo improvisó un nuevo verso que logró el aplauso de su nieta, quien prometió aprendérselo rápidamente.
Porque Shadia es mi nieta
porque Shadia está muy linda,
que Dios la tenga presente
y triunfe siempre en la vida.
De ese encuentro entre el abuelo y su nieta, sucedido hace 12 años, no hay letras en el abecedario para describirlo. Solamente quedó en el aire la frase de Shadia: “Gracias, papa”.
El recuerdo del cronista sobre aquella historia es como palpar de cerca la realidad de la vida en medio del inevitable silencio del adiós, y donde algunas lágrimas son la muestra de esos instantes que quedan calcados para siempre.
Al final, Shadia dijo que se acordaba de todo, y que la imagen de su “papa” Jorge Oñate está prendida en su corazón, donde lo cubre el más grande sentimiento, ese que canta hasta en ese infinito donde hace dos años voló ‘El Jilguero’.