-Las historias de las canciones vallenatas en todos los tiempos han tenido connotaciones de saludos, de viajes, de caminatas, de alguna mala situación y de conexión directa con el corazón-
Por Juan Rincón Vanegas – @juanrinconv
Cuando el compositor Gustavo Gutiérrez Cabello, ganó el Festival de la Leyenda Vallenata en el año 1982 con la canción ‘Paisaje de sol’, nunca pensó que 38 años después no podía llevar a la práctica el primer verso.
Dame tu mano mi amigo
que quiero saludarte
desde hace un tiempo
que busco la forma para hablarte,
ven y charlemos de cosas
que nos traerán recuerdos
coplas de viejos caminos
que enmarcan a mi pueblo.
La canción fue grabada por el cantante Jorge Oñate y el acordeonero Juancho Rois, el mismo año en que resultó ganadora, de inmediato tomó el mayor vuelo y hoy está en el listado de los clásicos vallenatos.
‘El flaco de oro’, ese mismo romántico, soñador y que no ha podido cambiar la fuerza de su expresión al llamarle la atención sobre este hecho sonríe a la distancia y expresa que ni el poder humano pudo cambiar esa tradicional costumbre, pero la epidemia mundial del coronavirus lo logró.
“Acá desde mi casa donde he estado en aislamiento obligatorio con mi familia me llama la atención ese hecho que es una clara verdad. A la fuerza no toca cambiar esa costumbre que digo en mi canción, y que otros compositores lo han cantado de distintas maneras”.
Ante esta razón Gustavo Gutiérrez se quedó buscando en esas noches serenas de su tierra las tristes notas que brotan de un acordeón. Entonces señala. “Esperamos con positivismo pase este momento difícil que ha trastocado todo y que se ha llevado por delante las sanas costumbres, las actividades laborales, educativas, deportivas y la no realización en el mes de abril del Festival Vallenato que tanto amamos”.
Mientras el compositor calma su melancolía espera lo más pronto posible emprender ese camino largo que lo lleve nuevamente a los escenarios donde regalará canciones que tienen el sello de su poesía transportada desde su sentimiento.
Sin viajes
Las canciones vallenatas tienen el sello de viajes, primero por el pensamiento hasta llegar a los corazones o distintos lugares de la geografía costeña.
En esas inspiraciones los compositores son expertos, y dentro de ese ramillete de canciones se toma una al azar, ‘El testamento’ del maestro Rafael Escalona.
Adiós morenita, me voy por la madrugada
no quiero que me llores porque me da dolor,
paso por Valencia, cojo la sabana
Caracolicito, luego a Fundación.
Y entonces me tengo que meter
en un diablo que llaman tren,
y que sale por toda la zona pasa
y de tarde se mete a Santa Marta.
Esa célebre canción del maestro Escalona, la hizo en el año 1948 dedicándola a una bella joven sanjuanera llamada Genoveva ‘Vevita’ Manjarréz Meza, a quien le contó que viajaba para la capital del Magdalena, pero de recuerdo le dejaba un paseo.
De los compositores el que más reseñas tiene en sus canciones de viajes es el maestro Escalona, quien nunca estuvo en un solo lugar, sino que dejó constancia de sus amores, amistades, lugares y personajes.
Ahora que se han cancelado los viajes, no es fácil la tarea y hasta los parranderos están en receso forzoso y no pueden conocer los nuevos cantos, versos y hechos que son la razón de vida del folclor vallenato.
No hay caminatas
En este tiempo de quietud y encierro en casa aparece una canción que es lo contrario, viéndolo desde el punto de vista del maestro Leandro Díaz, quien un mediodía estuvo pensando en una mujer que lo hizo soñar. Aquel hecho fue en el año 1970.
Es elegante, todos la admiran
y en su pueblo tiene fama
cuando Matilde camina,
hasta sonríe la sabana.
Se trata de Matilde Lina Negrete Soto, nacida en El Plan, La Guajira, a quien el poeta ciego del vallenato la puso a caminar en su pensamiento y luego lo plasmó en un canto que ha sido grabado por distintos artistas.
Ese ejercicio de ver con los ojos del alma a una mujer elegante y hacer que se desplazara hasta que la sabana sonriera, tiene la mayor connotación de poesía enmarcada en un amor universal.
Tres canciones
En este tiempo de diversas dificultades, los protagonistas del folclor no han podido desempeñar su oficio y propender por la conservación y promoción del vallenato porque están cerrados todos los escenarios.
De esta manera ahora no se podría cumplir aquella misión que Diomedes Díaz, le encomendó al Rey Vallenato Elberto ‘El Debe’ López.
Hágame el favor compadre ‘Debe’
llegue a esa ventana marroncita,
toque tres canciones bien bonitas
que a mí no me importa si se ofenden.
Que yo las canto con el alma
para esa linda morenita,
de la ventana marroncita
a donde duerme mi adorada.
Ese canto que tuvo enormes connotaciones fue dedicado por Diomedes Díaz a Patricia Isabel Acosta Solano, a quien le llevó una serenata a su casa ubicada en La Junta, La Guajira. En la famosa ventana marroncita fue el hecho que desencadenó la unión de esa pareja que tuvo cuatro hijos: Rafael Santos, Diomedes de Jesús, Luis Ángel y Martín Elías.
La mala situación
Haciendo un nuevo parangón en el año 1973 Poncho y Emiliano Zuleta, le grabaron al juglar Lorenzo Miguel Morales Herrera, la canción ‘La mala situación’, donde narra las dificultades que se presentaban en aquella época y 47 años después se están repitiendo
Señores yo les cuento
que el tiempo está muy malo
y lo que se comenta
es que seguirá peor,
claro que lo que sigue
es la mala situación.
Señores nunca se olviden
del consejo de Lorenzo
que la plata no asegura
la vida pa’ todo el tiempo.
El asunto se torna más difícil cuando no se pueden aceptar invitaciones. Entonces con mucha nostalgia se recuerda el canto ‘Compadre querido’ de la autoría de José María ‘Chema’ Coronado que interpretó Diomedes Díaz con Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza. “Oiga compadre vamo’ a bebé. Yo quiero que usted me brinde un trago”. Ni modo.
En ese entorno de cantos Fredy Molina narró que “de misterio está lleno el mundo, no sé que sentirá tu alma. Será sensible como el silencio que domina la montaña”. También aparecen obras donde se dibujan las gestas musicales de los compositores vallenatos que abonaron el terreno y que son dignas de exponer en el concierto mundial.
Mientras amaina la tormenta que nos visita sin tener ningún permiso podemos cantar juntos la bella obra de Diomedes Díaz:
Está vida que yo tengo, es muy bonita
pá’ que no se me acabara, fuera bendita
pa’ poder vivir cerquita
de las cosas que más quiero,
que no me pusiera viejo
pa’ estar siempre jovencito
ay cantando, cantando,
cantando versos bonitos.