-‘El Flaco de Oro’ agrega a su vida 81 años de vida en medio de sus bellas canciones que son alimento para el folclor vallenato. Tiene grabado en su memoria a ese Valledupar del alma al que tanto le canta.-
Por Juan Rincón Vanegas – @juanrinconv
El cantautor Gustavo Gutiérrez Cabello, ‘El Flaco de Oro’, llega a sus 81 años con una pesada carga de nostalgia, unida a todos los recuerdos de sus días de parrandas y de las historias de ese amado Valledupar que lo hicieron inspirar teniendo el corazón en la mano.
Sin esperar ninguna pregunta salió a contar que tenía pintada en su alma el dolor por la muerte de sus fieles amigos Alberto Herazo Palmera y Carlos Espeleta Jiménez, al que lo unían grandes lazos de hermandad y de vallenatía pura.
En su voz se notaba la tristeza y las lágrimas entraron a cumplir con su oficio. De esta manera su mundo interior no ha dejado de dolerle.
En ese recorrido del sentimiento apareció la frase “Gustavo Gutiérrez canta en Valledupar cuando sale el sol, nada compara ese encanto solo tu mirar, divino mi amor”.
Esa frase hace parte del vestido de la canción ‘Confidencia’, esa misma con que comienza cada una de sus presentaciones en distintos escenarios del país. Detener el pensamiento en esas letras con una sentida melodía es poner a cabalgar el corazón por los caminos del ayer donde los besos de todos los días conformaron la más grande cadena de amor. Y el autor fue más allá, pidiendo que esos besos fueran hasta la hora de la muerte.
La inspiración nunca engaña porque tiene la virtud de buscar la mayor estrategia del pensamiento con la finalidad de detener el tiempo, armar el crucigrama del encanto y envolver en una melodía la sensibilidad de la vida.
Entonces con esa idea definir a Gustavo Gutiérrez Cabello, es tener por obligación que pintar su nobleza, su talento, su carisma y sus deseos de que Valledupar vuelva a ser ese remanso de dicha y paz, amenizado con un acordeón teniendo a su lado una voz parrandera.
La canción ‘Confidencia’ daba vuelta por el entorno. Había que aterrizarla para contar su historia donde no se medía la distancia porque el camino era largo hasta que llegó a morir en el silencio de un dolor en lejanía.
Gustavo Gutiérrez con su amabilidad característica aceptó sentarse en el banquillo del recuerdo para de su viva voz dedicar un tiempo a contar los amores con su primera novia, una joven vallenata de 20 años.
Cuando saboreaba las mieles del sentimiento postrado a la diestra de aquella experiencia inigualable, le tocó irse a estudiar administración de empresas a Bogotá, y ella quedó muy triste.
Él, tenía lo que llaman ahora los jóvenes “una traga maluca”, y la comunicación era escrita. Las cartas de amor iban y venían hasta que de un momento a otro ella no lo hizo más.
“Yo, escribía y escribía, hasta una carta diaria, y tiempo después no tenía ninguna respuesta. Ante la angustia no tuve otra opción que llamar a mi compadre, el guitarrista Carlos Espeleta, para exponerle mis razones de amor. Él, no midió las consecuencias y me dijo que ella ya tenía novio”. Enseguida Gustavo Gutiérrez lanzó una pregunta bastante difícil de contestar. ¿Se imagina esa respuesta?
En aquel momento él sintió que la tristeza era mayor que su estatura y el dolor traspasaba las fronteras de su cuerpo.
En la fría capital del país su corazón comenzó a deambular sin encontrar un destino fijo y aprovechando las vacaciones de Semana Santa, se vino para su tierra. De inmediato la fórmula precisa fue encerrarse en su habitación y en cinco horas hizo su primera canción que tiempo después él mismo la grabó, y en el año 1968 también lo hizo Alfredo Gutiérrez.
“Eso fue una noche donde entre el trance de la melancolía unida a la inspiración pude componer esa canción que es mi carta de identidad y la que nunca dejo de cantar”, cuenta Gustavo Gutiérrez, quien no volvió a encontrarse con aquella novia, pero ella supo a través de sus amigos que era la inspiradora de ‘Confidencia’, además de ‘La espina´ y ‘Ensueño’.
Si pudiera volver al pasado,
en confidencia disfrutaría
de tus besos con mayor encanto
y en confidencia, te pediría
Bésame todos los días
hasta la hora de la muerte
Y más allá de la muerte
no me olvides vida mía.
Él, demoró mucho tiempo en direccionar su corazón hacía otra mujer, pero lo logró para que nacieran otras canciones y volviera a ser el compositor romántico y soñador. También, el sol del amor le resplandeció y atrás quedó el alma herida de aquel hombre solitario.
Se le insistió para que diera a conocer el nombre de la mujer que lo sacó de su vida cuando el amor levantaba vuelo, pero se negó con un valedero argumento. “Ella supo, y ese hecho gracias a Dios me hizo ser poeta y compositor. En aquel momento perdí y después gané con mis cantos”…
Efectivamente, ganó porque a través de sus canciones tiene una hoja de vida prolífera en el mundo vallenato donde aparece el homenaje en el Festival de la Leyenda Vallenata del año 2013. Además, del récord en los Premios Grammy Latino modalidad Vallenato/Cumbia, donde se hizo partícipe a través de cuatro artistas que ganaron ese galardón.
Peter Manjarrés, le incluyó las obras ‘Aquella tarde’ y ‘Te quiero porque te quiero’ (2008); Diomedes Díaz, ‘A un ladito del camino’ (2010); Juan Piña, ‘La espina’ (2012) y Fonseca, ‘Sin medir distancia’ (2016). Cabe anotar que Gustavo Gutiérrez cantó a dúo con Juan Piña su propia canción.
Al final y sin pedírselo tomó su guitarra e hizo un corto recorrido por varias de sus canciones, claro sin faltar ‘Confidencia’ porque de su vida nunca han podido huir las nostalgias y los recuerdos que se esconden en su alma.
Así es. Todo sucedió allá por Valledupar donde se escucha un lamento triste y la noche es larga, pa’ sollozar. A él, los destellos del amor lo fueron acostumbrando a encontrarse con las penas y a conocerlas de frente, pero también tuvo la virtud de borrarlas como lo hace la lluvia con las huellas.
Desde aquella ocasión el corazón de ‘El Flaco de Oro’ se enamoró mil veces para que los versos pudieran ser guiados por el viento llegando a un bello paisaje de sol. Es más, se regresó al pasado y notó como las costumbres se van muriendo en el recuerdo, y entonces las enmarca en esa nostalgia del viejo Valle que Darío Pavajeau cantaba con su guitarra….