Por Juan Rincón Vanegas @juanrinconv
Desde muy niño Oswaldo Enrique Rojano Caraballo se enamoró de esos vallenatos auténticos que escuchaba a través de Radio Libertad de Barranquilla, en el programa ‘Rapsodia Vallenata’, que presentaba el veterano locutor Rafael Xiqués Montes.
“Desde que nací, ya oía música vallenata, y con el paso de los años me aprendí todos los discos que salían. Cantaba donde quiera que iba. Era un niño campesino, y andaba con mi papá en labores de la agricultura. Luego me integré con un conjunto del pueblo, donde los acordeoneros eran Amaury Sarabia y Pablo Venecia”.
De un solo tirón, éste artista quería contar la historia de su vida, esa misma que le permitió ser un cantante aventajado. No paraba de hablar, y pretendía unir en un solo recuerdo esa larga historia que empezó en su tierra natal Mahates, Bolívar, hasta llegar 63 años después a Soledad, Atlántico.
Luchador del folclor
Este luchador del folclor vallenato dice que nació para cantar, cuenta su ingreso a la música vallenata en firme. “Esto fue algo que llegó del cielo. Cuando tenía 20 años me vine del pueblo para un carnaval a Barranquilla. Ya cantaba, me rebuscaba en los pueblos, y entonces la cosa cambió. En una parranda me encontré con Dolcey Gutiérrez, a quien le gustó mi manera de cantar y de inmediato me integró a su conjunto. Con Dolcey duré tres años, luego me uní a un grupo de Soledad llamado ‘El espuela de oro’, cuyo propietario era Manuel Niebles González”.
Oswaldo entrega grandes detalles de ese comienzo de actividades musicales, hasta que aterriza en su primera grabación con el grupo de Los Hermanos Sarmiento. “Esa fue una bendición, impusimos la canción ‘Navidad cantando, Navidad gozando’, y realizamos muchas presentaciones”.
No había terminado de hablar, cuando trajo la canción a la pista de su memoria y cantó:
Con mucho ron y buena comida
celebramos todos la despedida
de un año viejo que se aleja
y de un año nuevo que se avecina
Navidad cantando, Navidad tomando
Navidad gozando, Navidad bailando.
Cuando concluyó el verso se llevó las manos a la frente. Fue el instante para revivir esos tiempos en que la Estrella de Belén marcaba el derrotero del remate del año, calcaba las alegrías y nostalgias en los corazones. También su aparición en el mundo discográfico, hecho que le depararía momentos felices y algunas tristezas que quedaron regadas en el camino.
Después de evocar, continúa diciendo: “Así comenzó mi carrera en la música vallenata, historial que me ha llevado a grabar 14 discos y cinco CD, de los cuales me han quedado muchas satisfacciones porque continúo vigente, así sea en parrandas y diversas presentaciones”.
‘El Aparato’ Rojano
La charla era amena, y entonces llegó el momento de la nostalgia, porque trajo a colación el sobrenombre artístico que se ganó por haberle grabado una canción al Rey Vallenato Calixto Ochoa.
“La canción ‘El aparato’, que apareció en el trabajo ‘Delicias Vallenatas’, me marcó de por vida, y en cada presentación que hago me la piden. Esa canción la grabé en 1982 con el acordeonero Virgilio de La Hoz. La canción nunca ha pasado de moda, y tengo un agradecimiento eterno para el gran Calixto Ochoa”.
Expresa Oswaldo que el mencionado tema es su carta de presentación e incluso, está pensando incluir el nombre en la cédula, porque pocos lo conocen por Oswaldo Enrique Rojano Caballero, sino que le incluyen el apelativo de ‘El Aparato’.
Pasado el tiempo anota que la música ha sido su vida, y que de ella ha vivido al lado de su señora Yamiris Arzuza González y sus hijos Johnny Alberto, Andrés y Oswaldo Enrique. “Nunca lo he negado. La música es mi vida, la satisfacción más grande la siento cada vez que llego así sea a la parranda más pequeña, y le alegro la vida a todos los presentes. Entro como pequeño, y salgo como grande por el agradecimiento general. Gracias a Dios por darme este talento”.
‘El Aparato’ Rojano resalta que su repertorio es amplio, porque no solamente canta las canciones que grabó, sino de todos los cantantes vallenatos. “Lo mío es vallenato puro, ese mismo que aprendí desde muy niño”.
A lo largo de su relato hace énfasis en todos los temas atinentes a su profesión y recalca que “he grabado todo el tiempo, más ahora que hay estudios por todas partes, y no es como antes que solamente se hacía en Bogotá o Medellín. Además de grabar me presento en estaderos, corralejas, casetas y donde me soliciten para parrandas o serenatas. Puedo cantar hasta el amanecer, soy un cantante de cuatro o cinco tandas”.
En los próximos días, este curtido cantor entregará una nueva producción musical teniendo como acordeonero a Juan Vergara.
Cantor campesino
Todos los días, especialmente los fines de semana en las horas de la tarde, Oswaldo ‘El Aparato’ Rojano se ubica con un grupo de músicos en el Parque Joe Arroyo, calle 72 con carrera 46 de Barranquilla, donde esperan a las personas que lleguen a contratar sus servicios.
“Desde hace muchos años estoy en esto, y siempre nos contratan. Nos turnamos para los trabajos. Tenemos una gran unión que nos ha servido para salir adelante en invierno o en verano”.
Cuando se le pregunta cuánto es el precio que cobra por la presentación de una hora, anota: “De todos los precios, y hasta rebaja se hace, pero regularmente son 300 mil pesos libres, que en el caso de un grupo vallenato se reparten entre cuatro. Claro, que en una noche se pueden realizar varias presentaciones y se imagina lo bueno que nos va”.
El cantor campesino que salió hace muchos años de Mahates se quedó haciendo reflexiones sobre el vallenato viejo que nunca muere porque en todas partes se interpreta, principalmente en Valledupar, donde en 1968 nació el Festival de la Leyenda Vallenata.
Cuando llegó la hora de la despedida, aprovechó para expresar: “Gracias por acordarse de este humilde servidor, que ha pasado toda la vida cantando el verdadero vallenato. Así lo haré hasta que Dios me llame a ponerle una parranda en el cielo, y en la cual espero me acompañe Alejo Durán”.
Oswaldo ‘El Aparato’ Rojano tuvo a bien mostrar su gran tesoro, el carro Zastaba modelo 72 que adquirió hace 35 años. “Con mi carrito voy a
todas partes”. Además, y de paso hizo un recorrido mental por esos clásicos vallenatos que son su alimento diario, entre ellos ‘La aventurera’ (Pablo Flórez Camargo), ‘No llores mujer’ (Marina Barrios), ‘La pruebita de amor’ (Carlos Bretel), ‘Superación de un hombre’ (Enrique Rada), ‘Ejemplo para el mundo’ (José Antonio Crespo), ‘El alambique’ (Nicolás Bolaños), y naturalmente, ‘El aparato’, su canción predilecta:
Ayer cuando yo salí, había un asunto pendiente
y cuando llegué a la cita, me encontré un aparato
que se burlaba de mí, y me mondaba los dientes
me decía con su voz ñata aunque tu corras yo te alcanzo.
Yo salí corriendo, corría, y entre más corría,
pero el aparato más cerquita lo veía.