Fundingue y Carrandanga, son junto con Embeleco, las palabras que más le gustaban a la exministra de Cultura y creadora del Festival Vallenato, a quien recordamos en su natalicio número 76, palabras que dejó en el libro que escribió sobre los modismos, dichos y refranes de esta tierra de encanto y folclor vallenato.
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
«Cada vez que se muere un viejo se acaba un vocabulario».
En el año 1994 el Instituto Caro y Cuervo publicó el libro ‘Lexicón del Valle de Upar’: voces, modismos, giros, interjecciones, locuciones, dichos, refranes y coplas del habla popular vallenata.
Esta obra de la exmninistra de Cultura, Consuelo Araujonoguera, recoge el léxico de la región vallenata, entendiéndose como tal esa inmensa zona tanto geográfica como espiritual que arranca en la baja Guajira y se adentra en buena parte del viejo Magdalena Grande.
Al respecto ‘La Cacica’ anotó en su presentación que “Aquí nació y se mantiene un léxico particular que al expresarse oralmente, canta con un dejo melodioso la sonoridad y riqueza de su contenido. Es la búsqueda y rescate de ese vocabulario y del cómo y el por qué se conserva pese a la cada vez más notable influencia extranjera sobre el castellano, logramos hacer las apuntaciones que dan origen a este trabajo. Algunas de las voces que hemos recogido son de auténtica estirpe castiza que olvidadas en su mayoría por el habla culta o transformadas por el pueblo a través de una peculiar forma de pronunciarlas, fueron adquiriendo al paso de los años, sus propios timbres, ortografía y significado”.
Este trabajo de varios años la llevó a distintos lugares donde pudo recoger la mayor información y contó con el apoyo de reconocidas personas expertas en la materia como Sara Daza de Acuña, Ruth Ariza Cotes, Jaime Sarmiento, Fabio Hinojosa Daza y Carlos Guevara. También destacó el aporte de su hijo Hernando César Molina Araújo: “Ayudante entusiasta y solidario compañero durante el tiempo de la búsqueda y el curucuteo”.
Palabras en el olvido…
Darse un paseo por las 245 páginas del libro, 22 años después de su publicación, es un encuentro con palabras escondidas en el baúl de los recuerdos y que pocos tienen la “sutileza” de emplearlas para rendirle homenaje a esos seres que fueron prácticos al hablar.
En la búsqueda y rescate de ese vocabulario y del cómo y el por qué se conserva, pese a la cada vez mas notable influencia extranjera sobre el castellano, se encuentran muchas palabras entre las que se cuentan y que tienen un sinigual significado y cuyo invento se debe a los habitantes de esta amplia región, teniendo como epicentro a Valledupar.
El desfile de palabras es tan largo que hacen que el idioma español sonría ante la sapiencia de aquellas personas que sin quererlo se dieron a la tarea de decirlas para entenderlas y regalarlas hasta llegar a este célebre libro que debe ser de obligada consulta.
Intentando escoger la mayor cantidad de palabras con autenticidad natural aparecen: Trenquipe, Faracateo, Arrequiñe, Juriminga, Flequetear, Tucutaca, Afuerano, Aguadija, Ajilar, Ajocho, Añangotarse, Arrequiñe, Atipuzar, Bajará, Bambolla, Batuqueo, Bolloban, Cacharetiar, Cafuco, Cambanba, Cañeña, Carrandanga, Comistrajo, Corota, Cositero, Curcusir, Currican, Chirimbolo, Chóroco, Chumbulún, Chungo, Enjarminar, Enjoscarse, Enverijamiento, Eschalandrá, Escaralá, Escotera, Esculichá, Engañitarse, Esguajaritar, Esguañeñar, Estrilar, Fagarnia, Fatarsioso, Farto, Forasquín, Gafio, Guacha, Guamacha, Guasabara, Guimba, Gurupera, Huésperes, iguaraya, Imbombo, Jaiba, Jardiar, Jirimiqueo, Jobero, Jopeo, Julepe, Macoquiar, Mampolón, Matúa, Mejengue, Mitaca, Mojoso, Molunga, Muermo, Murmujeo, Ninguneo, Ñiscla, Ñomácaro, Ñoco, Ópale, Palguarata, Papindó, Paranplan, Perano, Pinducho, Pingarria, Pipiolo, Pirulero, Pleque-pleque, Porrocotón, Rebiata, Relancina, Retobo, Revensino, Salcochar, Saranbeco, Sindiguire, Supungufio,
Talabartan, Taparo, Taranto, Tiña, Tirabeque, Tiria, Tolete, Topetear, Tremolé, Trenquipe, Trupillal, Turupe, Vaqueta, Viaraza, Zabaliar, Zulimba, Zundungo y ¡tantas más!,
En el libro todas las palabras tienen su significado y da gusto leerlas para conocer de primera vista el aporte que desde esta región del país se la ha dado al idioma castellano y que Consuelo Araujonoguera se dio a la tarea de encontrarlas en los caminos del Valle de Upar.
La palabra suya
En aquella ocasión al indagarle a ‘La Cacica’ sobre la palabra que más le gustaba en el Lexicón respondió: “Embeleco”, y continuó diciendo “El Festival Vallenato fue mi embeleco y vea donde va. Claro, que le siguen muy de cerca las palabras Fundingue y Carrandanga”.
Cuando menos esperaba me preguntó. ¿En Chimichagua cual es la palabra más escuchada que no aparece en el diccionario? Contesté: “Jua!” (¿Será que sí? No creo). Risas.
La palabra “Hubiera”….
En el Lexicón del Valle de Upar no aparece la palabra “Hubiera”, pero para Consuelo Araujonoguera era la palabra más derrotista del mundo. Así lo definía. “La palabra que más detesto del castellano es hubiera, porque es derrotista, triste y no debiera existir”.
Por eso hoy digo, si ella no hubiera partido de la vida me estuviera recordando la frase que es mi derrotero eterno: “Los que triunfan son personas ordinarias con una determinación extraordinaria”.
Yo sé muy bien que en tu tierra querida
has dejado un vacio que no hay como llenarlo.
Porque es verdad que el tiempo
que se va no regresa,
solo queda el recuerdo
de las cosas queridas.