Crónica. Sublime y musical despedida al Rey Julio Cesar

Por Juan Rincón Vanegas – @juanrinconv 

Durante cuatro horas y 20 minutos en Jardines de la Eternidad de Barranquilla se le rindió la más sublime y musical despedida al dos veces Rey Vallenato Julio Cesar Rojas Buendía, quien durante toda su vida se dedicó a sacarle notas a su acordeón hasta llegar a la cima. Además, supo extender sobre la tierra la estirpe de los Buendía, todos del mismo nombre, Julio, pero que en esta oportunidad no estaban condenados a ‘Cien años de soledad’, sino a llevar el vallenato auténtico por todo el mundo.

En ese tiempo de tarde gris y tristeza a flor de piel, los minutos no contaban, sino solamente los recuerdos que narraban sus familiares, artistas, seguidores y amigos.

El Rey de la monarquía vallenata se despidió como lo merecía, y que nunca se imaginó que fuera a tener tantos regalos de lágrimas, de flores, de cantos, de versos, de décimas, de decretos de exaltación y un Acuerdo por parte de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata donde lo pone como gran adalid del folclor que con sus coronas y su arma sonora, el acordeón, conquistó muchos reinos.

“Julio Cesar Rojas Buendía queda inscrito para siempre a través de su amplia obra musical, por su amor al vallenato auténtico y por su grandeza, en las páginas de la historia del Festival de la Leyenda Vallenata donde sus aportes fueron fundamentales para ser hoy grandes en el concierto nacional e internacional”, destaca el acuerdo.

 

Dechado de virtudes musicales 

En el acto religioso el sacerdote John Jairo Betancourt, se extendió dando a conocer las virtudes de este hijo del folclor vallenato.

“Julio Cesar ganó dos veces la corona de Rey Vallenato en Valledupar. Él, fue un dechado de virtudes humanas y musicales y cumplió con su misión de alegrar la vida con su acordeón y su talento. Muy bien lo invitaba Gabo, a sus tertulias porque le agradaba su nota clásica, y su manera de ser. Julio Cesar, partió, pero deja su legado que principalmente deben continuar sus hijos”.

El desfile desde la capilla hasta el jardín 48, lote 347, fue conmovedor porque la figura del Rey Vallenato aparecía en pancartas, y las notas de los acordeones no cesaban. En medio de todo se escuchaba con mayor frecuencia ese canto inolvidable, ‘Pena y dolor’ que él grabara con el cantante Ricardo Maestre.

Era verdad, todos buscaban un calmante para disipar un poco la pena y el dolor por la partida del Rey Julio Cesar, quien del que menos esperaba, su corazón, al que con denuedo cuidaba, lo traicionó.

Eso sucedió poco tiempo después de alejar de su pecho el acordeón al que le sacó sus últimas notas para interpretar la canción ‘Mercedes’, y precisamente cantando su autor Adolfo Pacheco Anillo, en el marco del XV Festival Distrital de Música de Acordeón celebrado en Barranquilla, y que fue en su honor.

Era el momento de la despedida final de un Rey Vallenato que llegaba al cielo para unirse a sus colegas Alejandro Durán, Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, Calixto Ochoa, Luis Enrique Martínez, Alberto Pacheco, Julio de la Ossa, Rafael Salas y Elberto ‘El Debe’ López.

 

Mi gran amigo 

Las canciones con el acordeón llorando y las voces tristes se hicieron sentir en gran cantidad, especialmente por el joven Carlos Alberto Narváez Fontalvo, quien ejecutó el son ‘Levántate María’, uno de los preferidos del Rey Vallenato Julio Cesar. Esa canción hizo que el momento fuera más sublime y el dolor se reflejara en todos los rostros.

Cuando se iba a darle cristiana sepultura, Julio Mario, quien le sigue los pasos a su papá en el acordeón, expresó pocas palabras de agradecimiento, y enseguida con todo el sentimiento tocó y cantó algunos versos de la célebre canción ‘Mi gran amigo’. 

Tan bueno y tan noble como era mi padre,

y la muerte infame me lo arrebató,

esos son los dolores y las penas tan grandes,

que a sufrir en la vida le pone a uno Dios. 

En el acto estaba el compositor de esa canción, Camilo Namén Rapalino, quien lloraba cuando las notas marcaban esa historia triste, y al final se limitó a decir:” Ese fue el mismo dolor que sentí cuando mi padre nos dejó. Cómo olvidar que se jugaba conmigo, y yo me jugaba con él”.

Cuando cesaron los cantos y el silencio sepulcral se adueñó de ese sagrado lugar, se presentó el momento preciso para que el Rey Julio Cesar llegara a su nuevo reino, el reino de los cielos…