De su querido instrumento al niño únicamente le quedaron las fotos y los recortes de prensa de la crónica: ‘Josué labra sus sueños a punta de golpes de caja’.
Por Juan Rincón Vanegas Tw: @juanrinconv
Como todas las tardes, luego de llegar del colegio el niño Josué David Carmona Orozco se ponía en la terraza de su casa en el barrio Primero de Mayo de Valledupar a sacarle golpes de esperanza musical a su caja, pero esta vez al darle sed entró a su casa y cuando salió su instrumento había desaparecido.
“El niño está triste y llora mucho”, cuenta su mamá Carolina Orozco Brito, y añade “su caja es su compañera inseparable, dormía con ella y no sé que pasó porque entró gritando diciendo que se la habían robado”. De esta manera quisieron truncarle sus sueños.
Los vecinos llegaron y calificaron como un pecado robarle la caja a Josué, “pa’ venderla por cualquier dos pesos”, y concluyeron: “La inseguridad está insoportable”.
Cuando vemos a Josué corre a decir: “Quiero mi caja, quiero mi caja. Eso no se hace conmigo”, y comienza a llorar. Son las lágrimas del niño noble y bueno que a los siete años ha dado grandes muestras de su talento y como él mismo lo indica, “Eso no se hace”.
Después que se calma un poco manifiesta que estaba ensayando para sus próximos compromisos con la agrupación de Los Niños del Vallenato de la Escuela Rafael Escalona, con el instrumento que su mamá con esfuerzo le había comprado.
“Con su caja no quería fiesta, la limpiaba, la guardaba con todo el cuidado y siempre estaba a su vista. Esa caja para él tenía un gran valor sentimental”, dice su mamá.
De su querido instrumento al niño únicamente le quedaron las fotos y los recortes de prensa de la crónica: ‘Josué labra sus sueños a punta de golpes de caja’, donde se narra en detalle la historia del pequeño cajero nacido en Valledupar que en corto tiempo tiene el mayor carisma, la más grande sapiencia y un talento innato que le descubrió su fallecida abuela Gladis Brito Arzuaga.
También la satisfacción de lograr hace tres años una beca otorgada por la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata y la empresa Claro Colombia, para ser parte del proyecto educativo musical y aprender a tocar a la perfección el instrumento de la trietnia vallenata.
Ese mismo niño fue calificado con 10 puntos por el legendario cajero Pablo López Gutiérrez, quien manifestó: “Tiene unas manos de bendición. Lo hace muy bien, y cuando crezca será un cajero de los buenos”.
La caja bendita
El que se hurtó la caja no sabe el gran daño que le hizo al niño, después de recibir la máxima alegría al ir por primera vez a Bogotá, donde dio a conocer su talento en la Caminata de la Solidaridad por Colombia, donde lo escucharon el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, altas personalidades y artistas.
Ante este lamentable suceso que quiso truncar los sueños de Josué, el presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, Rodolfo Molina Araujo, indicó que tendrá una nueva caja. “Imposible no dejar que el niño siga adelante con su talento y en su afán de sacar adelante la auténtica música vallenata. Tiene que seguir siendo el niño alegre e inquieto con su caja”.
En medio de la charla el niño dijo que “con esa caja, era color verde y sedita, fui a muchos lugares, pero seguiré adelante porque el vallenato me gusta”.
De igual manera volvió a insistir en su deseo de saludar a su ídolo Silvestre Dangond y que pueda tocar su caja en uno de sus conciertos. “Señor Juan, no se le olvide pedirle el favor”, recalcó Josué. La petición ya se le hizo llegar al artista.
Josué no debió recibir esa clase de golpe bajo, porque los suyos son golpes rítmicos acompañados de acordeón, guacharaca y una voz que hacen posible que los cantos vallenatos sean ríos de alegría que inundan a esa querida Colombia sedienta de paz.