Por Juan Rincón Vanegas – @juanrinconv
Las notas del sentimiento verdadero no aparecieron para el Rey Vallenato Jaime Rodolfo Dangond Daza a través de su acordeón, sino que fueron casi que a primera vista en su lugar de trabajo en la Contraloría General de la República, en Bogotá.
Fue allí donde hace tres años se enamoró de Neried Echeverry Prada, una hermosa tolimense que no sabía que su pretendiente era acordeonero, y no era fácil que lo supiera porque todo comenzó donde ambos trabajaban.
Ella cuenta que no le gustaba el vallenato, y “menos los acordeoneros porque eran mujeriegos”. Todo en la relación trascurría bien, pero llegó el momento de decirle la verdad. Cuando ella lo supo, no tuvo otra salida que aceptarlo, porque estaba muy enamorada de los detalles del hijo de Luciano Dangond y Palmina Daza.
Con el paso del tiempo, Neried comprendió que Jaime era la excepción. “Entregado a su hogar y atento en todo. El hombre más detallista del mundo”, dice con los ojos que le brillan de la emoción.
Jaime se queda callado ante tantos elogios, y acierta a decir que hizo algunas cosas que el maestro Rafael Escalona empleaba para conquistar a las mujeres que inspiraron sus cantos.
“Empezamos a hablar. Ella no tenía ni idea que yo era acordeonero, cantante, compositor, verseador y parrandero. Me veía muy serio en la oficina, yo creo que eso fue lo que le gustó. Cuando supo que yo era una figura del vallenato ya estaba enamorada, porque de lo contrario no me hubiera aceptado”. Esa declaración los hace sonreír a ambos, y de inmediato lo celebraron con un beso.
Ese estímulo le sirvió al Rey Vallenato para confesar: “Yo me copié del maestro Escalona muchas cosas, entre esas, regalar flores, decir palabras bonitas, declamar poemas, escribir frases precisas y concisas, y cuando vi que era de su agrado, empecé a contarle todo lo que gira alrededor de la música vallenata, de Valledupar, del Festival de la Leyenda Vallenata, de Patillal y San Diego, entre otras”.
Neried ratificó la veracidad de las palabras de su amado, y entonces señaló: “Jaime es muy serio, muy estricto. Yo soy más bien tranquila. Él me invitaba a tomar café o aromática, y charlábamos. Exactamente, para un mes de diciembre me invitó a tomar coctel. Ese día, hacía seis meses que nos habíamos conocido, me robó un beso como pretendiéndome y yo me sorprendí porque él es muy serio. Yo sentía empatía, me atraía, y de ahí para allá comenzó un amor bello, de esos que parecen de novela, pero son reales”.
Enamorada del vallenato
La relación motivó que ella también se enamorara de la música vallenata. “De la clásica”, destaca. Entonces comenzó ‘cursos intensivos’ con esas canciones que han marcado la historia de la música vallenata.
“Ha sido muy bello conocer las historias de los juglares y sus canciones, de los acordeoneros, compositores y de esos lugares que son verdaderas referencias. Y que decir de los paseos, merengues, sones y puyas. Ahora soy vallenata de corazón”.
Ante esa declaración, Jaime la aplaudió e indicó: “Cuando ella comprendió como era nuestra cultura, lo bonito de nuestra música, cuando empezó a escuchar esas historias de todo lo que envuelve cada canción vallenata, se fue enamorando de la música. La llevé al Festival y esa emoción fue indescriptible”.
El encuentro en un parque de Bogotá estuvo adornado con notas de acordeón y entonces la joven tolimense le pidió a su amor que le regalara aquella canción que le dedicó. Él, con la emoción más sublime del mundo, esa que no cabe en el pentagrama del corazón, le cantó:
Oye mujer bonita, ay mírame de frente
que estoy enamorado y no te has dado cuenta
porque siento que te quiero y que te adoro
y mi vida ha cambiado, y no sé cómo,
ya todo lo siento de otro modo
cambió mi pensar.
Esa película del amor verdadero se rodó cuando el frío no cesaba, pero ellos estaban tocados por el mayor sentimiento vallenato donde el calor musical hizo posible que se recordara a Diomedes Díaz con esa bella obra: ‘Te quiero mucho’.
…Y llegó Luciano
El amor entre la joven pareja florecía a base de notas de acordeón, detalles románticos, y para darle mayores motivaciones, el jueves 10 de noviembre de 2016 nació Luciano Dangond Echeverry, la más grande alegría que llegó a ese bello hogar. Para Jaime fue una inmensa alegría, que se añadió a su corona lograda unos meses atrás.
“La verdad, es algo muy lindo ser padre. Es un cuento diferente que hay que vivirlo para saber lo que es. Una nueva vida que depende de uno. Nuestro hijo me ha puesto más sentimental, más sensible con las cosas de la vida”.
Se interrumpió la entrevista porque unas lágrimas visitaron su rostro. Vivió el momento, y al poco rato continuó: “Luciano, el nombre de mi hijo, es por mi papá. Es un homenaje a mi viejo, a quien admiro mucho, al igual que a mi mamá Palmina, quien dice que pronto paseará a su nieto en un burro por Patillal, una tierra pegada a mi alma, la tierra del maestro Escalona”.
Toda la familia está feliz con ‘Echeverrito’, como lo dicen cariñosamente, porque ha sido el complemento de ese amor que ahora cabalga aperado con cantos vallenatos.
Para que no me olvides…
El Rey Vallenato Jaime Rodolfo Dangond Daza, siguiendo de nuevo la estrategia del maestro Rafael Escalona, compuso una canción que va direccionada al amor que lo trasnocha, y que conoció sin el acordeón al pecho. La idea de la inspiración es que no lo olvide nunca.
Es la historia de esa alegría que visita el corazón una vez en la vida, donde las ilusiones se pintan a cielo abierto, donde la poesía es una flor perfumada y donde el universo es tan pequeño para que las notas de un acordeón hagan su paseo sonoro.
Jaime es un Rey Vallenato completo. Toca, canta, compone y versea. En esta ocasión lo motiva una mujer nacida en Rovira, Tolima, que ahora es una ferviente vallenata que siempre está en primera fila, y más ahora que no se cansa de escuchar la bella canción ‘Para que no me olvides’ que le dedicó su amor.
Para que no me olvides
tatuaré en tus sueños mi nombre
escribiré en tu alma canciones
que te haré para que no me olvides.
Te traje un vallenato y mi pasión
con caja, guacharaca y acordeón.