Por Juan Rincón Vanegas – @juanrinconv
Gabriel José García Márquez, el hijo de Gabriel Eligio García Martínez y Luisa Santiaga Márquez Iguarán, nació el domingo seis de marzo de 1927, según consta en el libro 12, folio 126, marginal 324 de la iglesia parroquial de San José de Aracataca, Magdalena. El documento lo firmó el presbítero Francisco Angarita.
El hijo del telegrafista y Premio Nobel de Literatura, además de escritor fue un eterno enamorado de la música vallenata a la que le prestó los mejores servicios, iniciando en el año 1948, cuando escribió: “No sé qué tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo oímos se nos arruga el sentimiento. Perdone usted, señor lector, este principio de greguería. No me era posible comenzar en otra forma una nota que podría llevar el manoseado título de “Vida y pasión de un instrumento musical”.
Pero fue más allá, cuando de su obra cumbre ‘Cien años de soledad’ expresó que era un vallenato de 350 páginas. De igual manera, las parrandas para Gabo fueron su centro de atención y dos de ellas tuvieron la mayor resonancia en el mundo vallenato. La primera fue en su tierra Aracataca.
Sobre esta parranda Gabriel García Márquez escribió. “Un día de 1966 durante el Festival de Cine de Cartagena, le pedí a Rafael Escalona que me reuniera a los mejores conjuntos de música vallenata, para oír todo lo que se había compuesto en los siete años en que yo había estado fuera de Colombia. Escalona, que ya era compadre mío desde unos 12 años antes, me pidió que fuera el domingo siguiente a Aracataca, donde él llevaría la flor y nata de los compositores e intérpretes de las jornadas más recientes”.
Continuó diciendo. “Aquella parranda de Aracataca no fue el primer Festival de la Música Vallenata -como ahora pretenden algunos- ni quienes la promovimos sin saber muy bien lo que hacíamos podemos considerarnos como sus fundadores. Pero tuvimos la buena suerte de que le inspirara a la gente de Valledupar la buena idea de crear el Festival de la Leyenda Vallenata. Así fue, y en 1968 se llevó a cabo el primero con todas las de la ley, y en la ciudad de Valledupar, que es la sede natural por derecho propio. El primer rey elegido fue Alejo Durán, que de ese modo le dio al certamen su verdadero tamaño histórico”.

La siguiente y de marca mayor se llevó a cabo cuando Gabo recibió el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, Suecia, el 8 de diciembre de 1982. Ese histórico momento, lo relató Consuelo Araujonoguera. «Cuando las notas de Emilianito y la voz prodigiosa de Poncho Zuleta comenzaron a cantar, cuando en un rapto de emoción Poncho me pasó el micrófono para que le ayudara en el coro. Fue algo apoteósico, delirante, mágico. Los aplausos que retumbaban en el salón hicieron que Emiliano, Poncho, Pedro García y Pablo López, acometieran los compases de ‘La Patillalera’ que fue recibida con otra ovación y con Gabo echado hacia bien atrás en su silla, para poder mirar hacia donde estábamos los descendientes de Francisco El Hombre rindiéndole a él, el tributo de nuestra admiración”.
Consuelo Araujonoguera finalizó. “Al día siguiente, la sorprendida fuí yo cuando me leyeron el titular del más prestigioso, conservador y monárquico periódico de Estocolmo: Los amigos de Gabriel García Márquez nos enseñaron cómo se celebra un Nobel”.
Lección de flequetear
“Tengo que hacerle a la vieja Sara, una visita que le ofrecí. Pa’ que no diga de mí, que yo la tengo olvidada. También le traigo su regalito, un corte blanco con su collar, pa’ que haga un traje bonito y flequeté por El Plan”.
En una parranda vallenata llevada a cabo en Monterrey, México, en el año 2008, Gabriel García Márquez se deleitó escuchando la canción ‘La vieja Sara’ de la autoría del maestro Rafael Escalona.
Cuando el cantante Luis Manuel López, expresó: “Pa’ que haga un traje bonito y ‘flaqueté’ por El Plan”, Gabo sin pensarlo lo llamó, y con el acordeón sonando al fondo, le dijo. “La palabra precisa es Flequeté que significa desplazarse y moverse con gracia delante de otras personas con el propósito de llamar la atención. Esa es la palabra precisa para el momento del verso. Escalona con ese corte blanco hizo una prosa memorable y lo tejió de la mejor manera”.

Parrandas con Julio Rojas
El acordeonero Julio Cesar Rojas Buendía, quien se coronó Rey Vallenato en el año 1983 cuando Gabo estuvo como jurado, era invitado frecuentemente a sus parrandas, que sumaron más de 35. Rojas Buendía tenía la particularidad de ir a presentarse sin cobrar un peso, con la única finalidad de tener cerca al escritor más grande que ha parido Colombia. Solamente una vez, Mercedes Barcha, esposa de Gabo, insistió en que debía recibir algo de dinero. Le metió la mano al bolsillo y cuando Julio Rojas llegó a su casa contó que le había dado tres millones de pesos.
Para Julio Rojas, quien falleció el 20 de junio de 2016, y ganó dos veces la corona de Rey Vallenato en los años 1983 y 1994, era de gran deleite interpretar las canciones que más le gustaban a Gabo, como ‘Elegía a Jaime Molina’, ‘La vieja Sara’ del maestro Rafael Escalona, y ‘Mercedes’ de Adolfo Pacheco Anillo.
Gabo, el hombre que siempre estuvo ligado al vallenato, el juglar de las letras colombianas, seguramente en su cumpleaños tendrá una parranda celestial donde Julio Rojas le toque y le cante su canción preferida. “Recuerdo que Jaime Molina, cuando estaba borracho ponía esta condición. Qué, si yo moría primero me hacía un retrato o, si él se moría primero le sacaba un son”. También para que el maestro Adolfo Pacheco Anillo, recuerde a Mercedes, a quien quiso llenarla de amor en Cartagena.